miércoles, 17 de febrero de 2010

Televisa, monopolio subsidiado

Jenaro Villamil

MÉXICO, D.F., 16 de febrero (apro).- ¿De qué manera explicarán los diputados y senadores que aprobaron exentar hasta por 5 mil 600 millones de pesos por el pago de derechos a los “nuevos jugadores” de la telefonía celular, cuando Televisa ya oficializó que cuenta con casi mil 500 millones de dólares para comprar 30% de la compañía telefónica Nextel si ganan la polémica licitación de la banda 1.7 Ghz, ideal para los servicios de cuádruple play (video, audio, Internet y telefonía)?

El contraste entre los argumentos que se esgrimieron para justificar un privilegio fiscal de ese tamaño y la soberbia de Televisa para doblegar al Congreso, a la Comisión Federal de Competencia, a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y mandarle el mensaje a la Cofetel de que esa nueva banda será suya, sólo confirma lo que no han querido ver los organismos reguladores: la empresa que dirige Emilio Azcárraga Jean actúa como monopolio, condiciona como monopolio, presume como monopolio, intimida como monopolio, pero no se le reconoce esta condición. Incluso, reclama subsidios fiscales.
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Tragedias y eventos mediáticos


Jesús Cantú

MÉXICO, D.F., 16 de febrero.- Frente a la tragedia, otra vez la misma historia: los responsables de resguardar la seguridad y la vigencia del estado de derecho buscan endilgar la responsabilidad a una autoridad distinta a la que encabezan y, preferentemente, de un partido diferente al suyo; pero de inmediato emprenden actividades y anuncian medidas para acaparar la atención de los medios de comunicación, aunque poco o nada contribuyan a la atención del problema.

Al día siguiente del asesinato de 15 jóvenes inocentes en Ciudad Juárez, desde Japón, el presidente Felipe Calderón se apresuró a calificar el hecho como un enfrentamiento entre pandillas, lo que obviamente dejaba toda la responsabilidad en el ámbito de las autoridades locales.
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El doble juego de Calderón


Álvaro Delgado

MÉXICO, D.F., 15 de febrero (apro).- En su afán de achacar únicamente a Fernando Gómez Mont el pacto con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para avalar la cascada de impuestos que estamos pagando los mexicanos a cambio de evitar alianzas electorales entre Acción Nacional (PAN) y la izquierda, los panistas atribuyen a Felipe Calderón dejadez y desgobierno.

Y ambas son, en efecto, características manifiestas de Calderón, pero también lo es su obsesión por el control, nacida de la extrema desconfianza en sus colaboradores --que es desconfianza en sí mismo--, y de ello existen pruebas en demasía a lo largo de su gestión gubernamental y en su carrera política.
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