lunes, 4 de octubre de 2010

Nadie paga nada... (excepto Diego)

Cuenta atrás | Antonio Navalón

El michoacanazo ha venido a ser la prueba definitiva de que lo estamos haciendo mal, que la impartición de justicia es electorera y que lo último que importa es la aplicación correcta de la ley.

Si los acusados son delincuentes y están liberados, ¿qué clase de justicia tenemos?, y sobre todo, ¿qué nivel tienen los que investigan que sólo son capaces —como en los buenos entierros estadounidenses— de maquillar al muerto, es decir, de presentar ante la televisión la redada? Pero, ¿y las pruebas?, ¿la labor de los fiscales, procuradores y jueces?

La guerra antinarco, ¿es una realidad o una entelequia? Si en la sociedad del espectáculo lo verdadero es un momento de lo falso, entonces, ¿los falsos montajes del secretario Luna son lo verdadero y todos los demás somos pura ficción? Si los acusados son inocentes, ¿qué clase de Estado tenemos, que por colocar una buena toma en el noticiero de la mañana se lleva entre las patas la vida de los ciudadanos? Si ha sido un error, ¿quién paga por su vida calumniada?

México entero es un rumor. Dicen que en esa relación tan especial entre el Presidente y su secretario de la “Inseguridad Pública”, éste le prometió a Calderón que antes de que suenen las campanas de la elección en el Valle de México algunos gobernadores priístas estarán en la cárcel… ¿Con el método Michoacán acaso?
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