La "guerra de baja intensidad" contra la Autonomía, una reflexión sobre la militarización y el paramilitarismo instrumentos del Estado que pretenden someter la lucha de los pueblos.
Daniel Arellano Chávez, Neri Martinez Hernandez y Ricardo Trujillo Gonzalez
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizgcALqN9WRQRReKFe66toyeHHd96D-B8-jkglDi0Zq3vWhXOqob_nGzf4Xs_4sIbt1zVx4aOKiRDlshgeTBJ4QLXydqCSJIc_2VPwOWM1U4pvSLM2_P5LEiamrLECj9THHdSASv3OqDbB/s200/155986_Sin_titulo.jpg)
Ahora esa guerra oficialmente ha sido denominada “guerra contra la delincuencia organizada”, la declaración se hace cada día más descarada; impulsada por el ejecutivo federal impuesto mediante fraude electoral, despliega al ejército federal y cuerpos de seguridad en cada rincón de México ensañándose día a día contra movimientos sociales, sindicatos, luchas populares, defensores de derechos humanos, pueblos y comunidades, pero también contra la población que no comete otro crimen que cruzar una calle, acudir a un centro de reunión, asistir a la escuela o circular por una carretera.
Violaciones a los derechos humanos, intimidación, hostigamiento, censura, torturas, centros clandestinos de detención, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, ejecuciones, masacres, son hoy algo común, en un día 77 personas son asesinadas en México.[1]
Dos preparatorianos acribillados por soldados en San Luis Potosí, dos niños asesinados por militares en Tamaulipas al cruzar un reten al estar vacacionando[2], familias acribilladas por militares en Sinaloa[3] y Nuevo León,[4] masacres de jóvenes en Ciudad Juárez y Durango que el gobierno justifica como sicarios y narcomenudistas.