miércoles, 26 de enero de 2011

Un país de canallas

Lilia Arellano

La canalla se ha apoderado del país. O quizá este país esta en serio riesgo de convertirse en un país de canallas. O ya vemos a los canallas como parte natural del paisaje y del paisanaje. Y ya no sólo es culpar a la canalla política o a la electorera o a la económica, sino ya también a la mediática que nos embrutece día con día con la zaga de Kalimba y dos chicas desgraciadas. O con las barbas que Diego Fernández defendió a toda costa y por las que incluso, a cambio de que no se las cortaran, ofreció un dedo. Esta también el asunto del “JJ” y su exuberante amante colombiana, acusado de agredir a un futbolista cuya recuperación resultó verdaderamente milagrosa.

Todo esto viene a completar el cuadro de producciones televisivas y también de guiones para la prensa de las que ha hecho gala el grupo calderonista. Las cortinas de humo fueron puestas e impuestas con náufragos, rescates de secuestrados, con reflejos de una doble moral para criticar anuncios sobre sexo y ni que decir de los siempre capturados hombres fuertes de la mafia, a quienes los grupos delictivos no tardan ni 48 horas en sustituir. Todo eso debe representarnos un panorama desolador porque en cada uno de estos casos y la atención que a ellos prestamos se forma el retrato moral de un país en descomposición.
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