QUERÉTARO. Jocelyn confiesa que sus papás y hermanos decidieron salir de Ciudad Juárez por la violencia y la inseguridad que allá se vive.
Para ejemplificar la situación, recuerda que en una ocasión, muy temprano, “cuando iba a mi trabajo en un campamento de verano, pasamos por cerquita de una gasolinera, en un lote baldío, y vi el cuerpo de una persona sin vida. Nadie había llegado, ni siquiera el Servicio Médico Forense ni los policías”.
—¿Denunciaste el hallazgo? Se le pregunta.
“No denuncié porque allá es casi, casi como una sentencia de muerte. No se puede denunciar”.
Junto con sus dos hermanos menores y sus papás, Jocelyn dejó hace un año su tierra natal, para establecerse en el municipio conurbano de Corregidora, en Querétaro, en donde estudia la licenciatura en Mercadotecnia en una universidad privada.
“Nos venimos porque le ofrecieron trabajo a mi papá acá en Querétaro; no fue tan buena la oferta económica pero nos venimos por la violencia y la inseguridad que hay en Ciudad Juárez… Es que está muy feo”, dice.
Tiene 18 años de edad pero muchos recuerdos acumulados de la violencia en Ciudad Juárez.
“Secuestraron a una amiga, a los abuelitos de una amiga, a sus tíos. A los negocios les pedían cuotas, así que la gente empezó a irse y se volvió una ciudad fantasma”.
Sonríe y dice que Querétaro está “súper tranquilo. Hay mucho tráfico pero está bien”.
Platica que llegó a la ciudad cuando tenía 17 años y aquí sacó su credencial para votar.
En agosto pasado, cuando inició el semestre escolar, conoció a Elizabeth pues sus padres las inscribieron en la misma universidad, aunque esta última estudia Comercio Internacional.
Arriesgaba su vida a diario
También de 18 años de edad, Elizabeth y sus padres llegaron a Querétaro apenas en junio de este año; es decir, escasamente hace 5 meses. Al igual que para Jocelyn, la violencia en Ciudad Juárez fue uno de los principales argumentos para migrar a otro estado del país.
Aún cuando no vivían en esa localidad sino en El Paso, Texas, su papá diariamente pasaba la frontera para ir a su trabajo que se encontraba en la ciudad chihuahuense.
Asegura que El Paso es una de las ciudades más tranquilas de Estados Unidos, pero “mi mamá ya no quería estar ahí. Mi papá tenía que cruzar diariamente a Ciudad Juárez y era un riesgo para él y mi mamá dijo que ya no”.
Afirma que a ella, mientras vivió en aquella zona, “gracias a dios”, nada le pasó, “pero sí supe que le pasaron cosas a mis amigas y a sus familiares”. Menciona que uno de sus tíos, que era policía judicial en Ciudad Juárez, prefirió mejor retirarse debido a la inseguridad.
La fortuna de Elizabeth y de su familia es que en la empresa en donde su papá trabaja, le ofrecieron un cambio de plaza laboral a la ciudad de Querétaro.
“En Juárez hay mucha inseguridad y mal ambiente. Mi mamá ya no quería estar más allá, así que nos venimos para acá”, refiere.
Su balance es puntual: “acá (en Querétaro) hay más valores, muchas cosas que en Estados Unidos no se toman en cuenta”.
Y resume: “Aquí en Querétaro se puede salir en la noche… allá no”.