Cuadro
Durante los meses
recientes, el IFE registró más de mil encuestas realizadas por todos los
rumbos del país y a todas las escalas. Centrar la mirada en una sola
cifra es reducir y congelar la realidad; es un acto absurdo e inútil,
más aún cuando la fiabilidad de las casas encuestadoras se encuentra,
por decir lo menos, bajo la tierra. Hoy hacemos un análisis del panorama
electoral basado en el conjunto de evidencias que surgen de la
totalidad del contexto. Se trata de registrar lo que se percibe, se
escucha, se mira, se husmea y se intuye a partir de las evidencias
cotidianas, hechos sorpresivos, cambios sutiles, comparaciones con el
pasado y, por supuesto, todo tipo de sondeos, simulacros y evaluaciones,
incluyendo sitios de Internet.
1. AMLO gana de manera rotunda en todas las comunidades académicas
donde hubo simulacros. En 18 universidades públicas y privadas del DF,
Guanajuato, Jalisco y Michoacán AMLO gana con entre 30 y 91 por ciento
de los votos de estudiantes, profesores, investigadores y empleados, y
con un promedio del 72.6 por ciento (unos 80 mil votos computados).
Sorprenden los resultados en el Iteso de Guadalajara y en la Universidad
de Guanajuato, dos estados panistas. Los estudiantes universitarios
representan la tercera parte del voto joven.
2. En los encuentros masivos, AMLO no solamente se encuentra muy
arriba de sus dos principales competidores en términos cuantitativos,
sino en la calidad de los participantes. Entre el 10 de abril y el 27 de
junio AMLO realizó 115 mítines de carácter popular (salvo algunas
visitas a universidades y tecnológicos), que incluyó todas las 32
capitales, y las 80 ciudades más importantes de México. El recorrido se
hizo a un increíble ritmo de casi dos mítines por día. Si se considera
que la inmensa mayoría de los asistentes acuden por su propia voluntad,
contra las prácticas de acarreo del PRI y el PAN, el candidato de la
izquierda tuvo contacto directo con entre 600 mil y un millón 115 mil
verdaderos ciudadanos, ello sin incluir el cierre de la ciudad de
México. La irradiación de esta energía civil hacia los ámbitos sociales
no puede ignorarse.
3. En cuanto al voto joven, menores de 30 años, cuyo contingente
representa la tercera parte del total de votantes, el análisis de las
encuestas de Reforma revela que entre el 28 de marzo y el 31 de
mayo las preferencias por AMLO se incrementaron 12 puntos, las de EPN
descendieron 16 puntos y las de JVM bajaron 4 puntos. Si estas
tendencias se mantienen se llegaría al día de la elección con 37 por
ciento del voto joven para AMLO, 28 por ciento para EPN y 20 por ciento
para JVM. Esta estimación se hace sin ponderar los inesperados eventos y
expresiones anti-Peña que arrancaron en la Universidad Iberoamericana y
se extendieron en manifestaciones por todo el país, dando lugar al
movimiento #YoSoy132.
4. Hay un cúmulo de rarezas, de indicadores sorpresivos, que deben
tomarse en cuenta porque contradicen las evaluaciones de las encuestas
dominantes que sitúan a EPN muy arriba. Aquí deben citarse los sondeos
por Internet como El Menos Peor, donde AMLO lleva 70 por ciento de las
preferencias de un total de 272 mil votantes; o la encuesta electrónica
realizada por Milenio Tv y retirada de inmediato porque AMLO la
encabezaba con 85 por ciento de los votos. También destaca la encuesta
semanal del SNTE y Panal, supuestamente confidencial, con padres de
familia, donde AMLO aventaja por seis puntos, y la encuesta que levantó
un taxista del DF con más de 4 mil pasajeros, con AMLO arrasando.
Finalmente
la cereza en el pastel: la encuesta levantada por Werevertumorro.mx, que es el canal de YouTube más visitado de Iberoamérica, con casi 4 millones de seguidores, y donde AMLO obtuvo 66 por ciento de casi 100 mil votos (abril 28).
5. Otra evidencia son las tendencias electorales, los cambios
de preferencias a través del tiempo. Aquí hay una coincidencia de varias
encuestas y sondeos efectuados cronológicamente que marcan un ascenso
constante de AMLO, una caída permanente de EPN y un estado estacionario o
ligeramente a la baja de JVM. Esto se lee en encuestas de escala
nacional o estatal, como DF, Puebla, BC y Jalisco (ver cuadro).
6. Finalmente, están los elementos circunstanciales. Una apretada
síntesis personal es: votarán por AMLO la homeópata de la familia, el
grupo de la hija de la señora trabajadora que estudia ciencias de la
educación, mi cardiólogo, el joven encargado de un estacionamiento
público en Tlaxcala, la familia de la señora que hace el aseo en el
estudio, la experta de Unysis Guadalajara que siempre lo detestó, los
papás de todo el grupo del hijo de un amigo en Xalapa, 60 por ciento de
los usuarios de la micro financiera Invierta, varias amigas y amigos que
siempre fueron panistas, la mitad de los vecinos, todos los parientes
en primero y segundo grado, mil 600 intelectuales y artistas y un largo
etcétera.
Si viviésemos en un país verdaderamente democrático y donde se
respetaran las leyes, el cúmulo de evidencias aquí descritas sería
suficiente para dibujar el panorama electoral. Sin embargo en una
sociedad dislocada por la corrupción y con una larga tradición de
trampas y fraudes electorales, ello se ve amenazado. Cuatro fenómenos
alimentan lo anterior: la sospechosa insistencia por mantener a EPN a la
cabeza por las seis grandes encuestadoras, que son las más publicitadas
por la Tv, radio y cadenas periodísticas; la imparable compra del voto;
las dudas sobre el IFE, y la ausencia de mecanismos legales para
penalizar, rápida y efectivamente, los delitos electorales. El triunfo,
incluso amplio, de AMLO este 1º de julio deberá ocurrir sin sobresaltos
indicando que el país por fin entra a una etapa real de cambio y de
consolidación democrática. El otro escenario, en una sociedad en crisis,
sería simplemente una tragedia de inimaginables consecuencias. Este
país no se lo merece.
Víctor M. Toledo
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