Votar por AMLO. Voy a
votar por AMLO porque cuenta con el mejor equipo para gobernar en un
momento de crisis. Tiene tras de sí un conjunto de alianzas políticas y
sociales que permitirían gobernar mejor que los otros dos candidatos en
la competencia real. La mayor convocatoria a las clases medias de AMLO,
comparada con 2006, se debe a varios factores: la acrecentada fragilidad
de esas propias clases medias, la decepción frente al desempeño de los
gobiernos federales panistas. Pero también el discurso de AMLO se ha
modificado y las buenas cuentas en los gobiernos del DF han sido claves.
Cuando aún no se definía el candidato de las izquierdas consideré que
Marcelo Ebrard era el mejor candidato. Pero esa preferencia no puede
asimilarse a un antiAMLO, porque al reconocer su derrota Ebrard planteó
correctamente que la unidad de las izquierdas es un objetivo superior.
El #YoSoy132. Ya el movimiento ha aportado dos resultados centrales:
definir correctamente el espacio de las batallas futuras por la
democracia: los medios masivos de comunicación y sus relaciones con los
poderes, y el llamado a votar y a cuidar la limpieza de las elecciones
de este primero de julio. Han conjuntado talento, astucia y congruencia.
El debate presidencial, a pesar de sus errores técnicos, mandó un
poderoso mensaje: hay otras formas de comunicarse.
Contra las panaceas. No ayudan los adjetivos derogatorios. Nadie va a
ganar mayorías contundentes ni en las presidenciales ni en el Congreso.
Se va a necesitar de todos los actores políticos y de una sostenida
participación ciudadana para enfrentar la emergencia nacional. Puesto
que no hay soluciones mágicas se necesita generar espacios para
experimentar, ensayar caminos frente a las diversas crisis que nos
afectan. Esto no será concesión de los poderes, sino conquista de las
movilizaciones, los movimientos y los propios partidos.
Contra el fetichismo institucional. Creo en el cambio por conducto de
las instituciones, pero no coincido con quienes ven a las instituciones
como entes sagrados. Las instituciones, es decir, las reglas del juego,
son construcciones humanas, perfectibles. En ocasiones se rezagan
frente a las nuevas exigencias del contexto social. Confío en el IFE,
pero bastante menos en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación. Y casi nada en la Fepade. Todas estas instituciones
requieren reformas. Por ejemplo, que en el IFE se regrese a consejeros
eminentemente ciudadanos y no a cuotas de partidos. Pero la regla de oro
es aceptar las reglas pactadas y reformarlas por vías institucionales.
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