Rafael Landerreche*
De manera harto similar al falso suspenso que se creó alrededor del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y su sentencia sobre la elección de Peña Nieto, el asunto del juicio civil contra Zedillo promovido en su tierra de adopción por la masacre de Acteal culminó como era de esperarse: con la respuesta positiva del gobierno de Estados Unidos a la solicitud de inmunidad del gobierno de México.
Dios los cría y ellos se juntan, dice la sabiduría popular o, para decirlo en la lengua que prefiere hablar Zedillo, “Birds of a feather fly together”: los pajarracos de plumaje similar se juntan para volar. El plumaje no es otro que el de la impunidad para los crímenes de Estado. Zedillo solicita a Calderón que solicite a Obama que solicite al juez que le conceda inmunidad a Zedillo. Calderón accede, Obama accede y todos felices. Cada uno sabe que al hacerle el favor a Zedillo se lo está haciendo a sí mismo. Calderón sabe que el juicio sería un mal precedente para él. Obama sabe que juzgar a un ex mandatario extranjero en Estados Unidos abriría la puerta a la posibilidad de juzgar a un ex mandatario de Estados Unidos en el extranjero.
Hoy por ti, mañana por mí, resume la conmovedora solidaridad intermafiosa de los detentadores del poder.
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