jueves, 4 de septiembre de 2008

Felipillo: el presidente de la miseria


ALFREDO PADILLA PENILLA
(Exclusivo para Voces del Periodista)

A Felipito Calderón no sólo le ha quedado grande y ridícula su chaqueta militar, puesto que el narcotráfico y el crimen organizado le ha estallado en su nariz y en su soldadesca gorra de cinco estrellas. Además, ya se convirtió en el Santa Anna del siglo XXI, no sólo impuesto fraudulentamente, sino que se ha convertido en el rey de los impuestos, gasolinazos y escalada de precios sin precedente en las últimas décadas. Es el presidente de la miseria, del desempleo y la corrupción.
Ya nada más falta que este presidentito impuesto, valga la redundancia, cobre impuestos por gatos y perros, puertas y ventanas al igual que el mutilado pachanguero de la hacienda de Manga del Clavo, el mencionado Santa Anna, quien vendió más de la mitad del territorio nacional.
Para allá se perfila don Felipito quien ha entregado, hasta el hartazgo, gasolineras (por lo menos 37) al padre de su secretario de Gobernación, el gachupín Juan Camilo Mouriño, y benefi¬ciado al suegro de éste en el mismo sentido.
Pero ello es poco para el voraz entreguista Calderón, quien quiere regalar a espa¬ñoles y demás extranjeros nuestro petróleo. A este señor pequeño, calvo y de lentes, de no rectificar su sinuoso camino le puede estallar un movimiento popular similar al que principió con el plan de Ayutla del primero de marzo de 1854, que derribó al dictador Santa Anna en un año cinco meses para alejarlo defini¬tivamente del poder que detentó intermitentemente durante 22 años.
Pero es tal la obcecación de Calderoncito, que prosigue su tarea devastadora. Nuevamente se produjo otro gasolinazo. El gas aumenta de precio despiadada¬mente, al igual que el costo de la vida. Existe inestabilidad gubernamental y el descontento popular aumenta a pasos agigantados.
Mientras tanto, Calderoncito se dedica a gozar con fruición de las mieles del poder en sus continuos viajes extra continentales, cual moder¬no Marco Polo. Pronuncia discursos a pasto y engola su voz para hacer creer a nuestro pueblo y al universo de naciones que como gobernante es un modernísimo Mandrake. Hace maravillas y “resuelve” milagrosamente todos y cada uno de los grandes problemas que afectan a la Nación propaganda televisiva y radiofónica para hacernos creer que vivimos en calderolandia, país de ensueño, al igual que se antecesor panista Vicente Fox.
Y en este mundo del nuevo milenio, de miseria y derro¬che ¿qué tal se las gastan los señores banqueros de cuello blanco.

Al respecto, el 10 de agosto el senador Santiago Creel Miranda, quien como secretario de Gobernación en el sexe¬nio pasado le obsequió a Televisa múltiples concesiones de juegos y sorteos, declaró: “Que no nos engañen. El dinero del narcotráfico no anda viajando en maletas por todo el país. Está depositado en los bancos”.
Agregó Creel; “No es cosa de aumentar las penas a los delitos más graves. Hay que atacar la base del narcotráfico… Si está fallando la cabeza, todo lo demás va a fallar”, con lo cual reprocha públicamente a la administración federal.
Y a propósito ¿Qué tal se las gastan los impolutos seño¬res banqueros? Efectivamente son impolutos de cuello blan¬co, alma negra y manos sucias, enlodadas. ¿Quién duda que estos señores son lavadores de dinero prestado? ¿Cómo se ensañan con el drama de la gente que obtiene créditos para satisfacer sus necesidades urgentes?
Si bien, el cínico presidente priista José López Portillo nacionalizó la banca para justificar su sexenio, el perverso Carlos Salinas de Gortari la privatizó para posteriormente entregarla al capital extranjero.
La otrora banca mexicana está ahora en un 90 por ciento en manos de agiotistas extranjeros quienes navegan en este mar proceloso de injusticia social al placer. Han contado con todo el apoyo de los gobernantes neoliberales, desde Miguel de la Madrid a la fecha.
Antaño se decía que fuera de la ciudad de México todo es Cuautitlán. Pero ahora fuera de la clase pobre y media honesta, todo es podredumbre: Los oligopolios empresaria¬les, banqueros y televisivos; los clásicos poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Todos ellos están enlodados hasta las heces ¿Acaso no recordamos la actitud de la Suprema Corte de Justicia para exonerar al famosísimo gober precioso poblano Mario Marín en el escandaloso secuestro de la egregia periodista Lydia Cacho?.
¡Sálvese quien pueda!

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