jueves, 22 de enero de 2009

El "Méjico Cristero" de Calderón




"Los gobiernos civiles no deben tener religión, porque siendo su deber proteger la libertad que los gobernados tienen de practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente ese deber si fueran sectarios de alguna".

Benito Juárez

Por Laura Campos Jiménez

Desafortunada, por decir lo menos, resultó la apología religiosa que el presidente Felipe Calderón pronunció el pasado 14 de enero, durante la inauguración del VI Encuentro Mundial de las Familias, en donde violentó –de manera sistemática– la Constitución Política, la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público y el carácter laico del Estado mexicano.

Durante su ingreso al citado evento, Calderón fue recibido por asistentes que corearon: "Nuestro Presidente católico…", convicción que durante su discurso confirmó: "Sean ustedes bienvenidos –dijo– a esta tierra de María de Guadalupe y de San Juan Diego y también de los mártires de la persecución".

Recordó que su "santo patrono" es San Felipe de Jesús y su formación y educación se forjó con maristas, con las Misioneras del Espíritu Santo, las hermanas del Verbo Encarnado y las Guadalupanas del Plancarte. Las hermanas de la Asunción, añadió, "son ahora quienes educan a mis hijos".

Ante tales afirmaciones, en las cuales no existen dejos de ingenuidad o de ignorancia, comparto con ustedes las siguientes reflexiones.

El Méjico Cristero de Calderón

México es "tierra de los mártires de la persecución…". Con esta frase sinarquista, Calderón dejó en claro no solo sus convicciones religiosas (las cuales trasladó a la esfera pública), sino que dejó entrever la agenda política de su gobierno en materia eclesiástica, en la cual estaría contemplada –en vísperas del Centenario de la Revolución Mexicana en 2010– una visión de la historia afín a los intereses de la jerarquía católica, en la que se incluiría la "heroicidad" y el "olor de santidad" de los citados beatos cristeros.

El discurso presidencial evidenció, de manera subrepticia, que en México sigue pendiente la absolución y reivindicación histórica tanto del movimiento cristero, como de sus líderes y de su proyecto de nación, el cual fue desvelado hace décadas por Vicente Lombardo Toledano en su libro La constitución de los cristeros.

En su panegírico discurso, el Presidente Calderón honró a personajes que en los años 20 lucharon contra el Estado laico, llamándoles "mártires…"; entre los cuales se puede documentar el caso del líder intelectual del movimiento cristero, Anacleto González Flores (1888-1927) –consagrado beato por el papa Juan Pablo II en 2005–, quien fue un enemigo declarado de Francisco I. Madero y de la Revolución Mexicana.




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