
“La esencia de la propaganda –escribió Gabriel Zaid hace tiempo—es la repetición. Opinar en una reunión, en un escrito, en una entrevista, en un debate, no es producir un comercial que se cuelgue en todos los postes y se repita mañana, tarde y noche en todas las estaciones de radio y televisión. Una cosa es opinar libremente, con la amplitud necesaria para expresar un punto de vista, y otra bombardear con mensajes breves y repetitivos. Una simple opinión puede tener la fuerza de un argumento convincente, pero no la fuerza de la repetición que entroniza unas cuantas palabras. Una opinión repetida mil veces no es una simple opinión”.