Entre mis recuerdos más remotos siempre encuentro mis consultas al diccionario. Por allí, despanzurrado, abandonado por inútil, está el viejísimo Pequeño Larousse Ilustrado de pastas rojas, que mi buen padre llevó a mi lecho de convaleciente aquel invierno de Chihuahua, en el que fui salvada de las terribles membranas que cubrían mi garganta y que gracias al suero antidiftérico elaborado en el laboratorio de Koch por Behring y Kitasato, pude seguir viviendo hasta estos años, en un mundo y en un país, cada día más terroríficos y amenazantes. |