No suelo hablar de lo que hacen o dejan de hacer otros colegas. Siempre he creído que los periodistas no estamos para hablar de nosotros mismos. Y que hay cosas más importantes allá afuera.
Hoy, sin embargo, es inevitable entrarle a la polémica generada por el reportaje del encuentro de Julio Scherer García con el capo del narco Ismael El Mayo Zambada. Que ha generado una cauda de comentarios dentro y fuera del país donde el influyente The Washington Post destaca las expresiones fundamentales de la entrevista. Mientras que a nivel nacional se ha desatado una feroz discusión: de un lado quienes defienden el trabajo periodístico de don Julio ponderando sus alcances y trascendencia; del otro, una reacción que podría ser cómica si no fuera tan malintencionada. Los de siempre, denostando la entrevista porque según ellos no dice nada pero criticando ferozmente varias de las frases que en ella se expresan, ¿por fin, dice o no dice algo? Luego, en el estridente desgarramiento de vestiduras atacan perrunamente a Scherer y Proceso por prestarse a ser mensajeros de uno de los criminales más buscados y por permitirle criticar a un gobierno perfecto y a un Ejército inmaculado como los que tenemos en México. |