domingo, 3 de octubre de 2010

Las pobrezas generan desastre nacional

Álvaro Cepeda Neri

Desde el salinato se prolonga y profundiza el capitalismo salvaje como neoliberalismo económico (el salto de Adam Smith a Milton Friedman) para cargar las baterías del encadenamiento de los capitalismos y abrirle camino franco al libre mercado con su punta de lanza del libre comercio, para desmantelar los resabios del estado de bienestar (conquistas obreras, máximo empleo y mayor escolaridad con coberturas de salud) y apurar el final de las políticas de la agenda keynesiana. A pesar de la constante de sus siglas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no ha sido un partido con programas de larga duración (en términos de la obra magna de Fernand Braudel, sumarísimamente sintetizada en su ensayo La dinámica del capitalismo, en un breviario del Fondo de Cultura Económica). De Alemán a Zedillo, cada uno de sus representantes impuestos en la Presidencia de la República usó al partido para imprimirle su particular concepción de lo político, de lo económico, social y cultural.

Pero con Salinas se inició lo de empobrecer a la nación, ya que al neoliberalismo económico le sobraban mexicanos. En 1992, éste le reportó a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe que en nuestro país había 18 millones en extrema pobreza, en la miseria, en la hambruna. Y 23 millones en los demás grados de pobreza. Con el zedillismo, aumentaron las dos clasificaciones. En estos 10 años, de Fox a Calderón, tenemos 50 millones en las diferentes modalidades de la pobreza, y no menos de 30 millones sobreviviendo en la miseria. Estas cifras, atrapadas en el total desempleo de todos ellos, más los casi 3 millones que Calderón, Ebrard y Villalobos arrojaron a la calle cuando irresponsablemente decretaron la paralización de la economía nacional, ahuyentando el turismo nativo y, sobre todo, el extranjero.
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