El ex diputado
venezolano, Ulises Daal, simpatizante del presidente Hugo Chávez,
respondió al texto del escritor mexicano que publicó Reforma.
Enrique Krauze pidió a los simpatizantes
de Hugo Chávez reconsiderar su voto. "Una nación no puede confiar
indefinidamente su destino en manos de un hombre", publicó el escritor
mexicano. (Fotos: Twitter y Cuartoscuro)
El ex presidente de la Comisión Permanente del Poder Popular de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, Ulises Daal, respondió a una columna del escritor Enrique Krauze publicada en el diario Reforma y titulada “Cara a un chavista“, en la que pide a los simpatizantes de Hugo Chávez que el próximo 7 de octubre voten por un país “libre de odios ideológicos, una Venezuela que recobre la concordia, la tolerancia y la paz”.
Se reproduce la carta íntegra, enviada a Aristegui Noticias, en la que el simpatizante de Chávez y ex diputado en aquel país responde a Krauze:
Para ayudar a Enrique Krauze
A manera de respuesta a carta publicada en Reforma y aristeguinoticias.com (30.09.2012).
Por: Ulises Daal
Contrario a la entrada de su carta, como venezolano, bolivariano,
revolucionario, socialista (chavista, pues), en nada sorprende que usted
pretexte con su opinión sesgada sobre mi país, rendirle cuentas a quien sirve.
En cuanto a que le importe y preocupe Venezuela, porque cree “que los países de la América hispana formamos parte de una Patria mayor a nuestras patrias”, eso ya hace algún tiempo que los venezolanos y venezolanas lo aprendimos del Libertador Simón Bolívar: Para nosotros la Patria es la América; como de José Martí: Nuestra América;
y lo venimos ratificando en las políticas de cooperación e integración
de la Revolución Bolivariana y del Comandante Hugo Chávez, que han
contribuido grandemente en la conformación y desarrollo de espacios como
Alba, Petrocaribe, Unasur y Celac. Asimismo, estamos informados que ya
la metrópolis del otrora imperio español no ejerce sus dominios sobre
nuestros territorios, por lo que en lugar de la categoría de América hispana
(sumisa, como inexacta lingüística y territorialmente), pensamos,
sentimos y contribuimos a la construcción de un poder para los pueblos
en el ámbito latinoamericano y caribeño.
Dice usted, tratando de “dorar la píldora”, no ser enemigo de Hugo Chávez sino un crítico de Hugo Chávez, a quien le reconoce “su vocación social” y el establecimiento de las Misiones “para proveer de educación, salud, alimentos y otros bienes y servicios a los más necesitados”, pero (“qué baile que nunca falte un pero”, como dice nuestro humorista Perucho Conde) cree “ver
con claridad las limitaciones y vicios de su estilo personal de
gobernar y los enormes problemas que ha propiciado su larga permanencia
en el poder”. Respecto de lo cual, sobre lo primero: las Misiones,
no le queda a usted –al igual que a los sectores de la oposición
venezolana– más remedio que reconocerlas, porque son irrebatibles los
logros de nuestro pueblo con esos programas sociales especiales, como
haber alcanzado y superado la mayoría de las Metas del Milenio antes de
la fecha acordada por la Unesco, para lo cual el Gobierno Bolivariano ha
realizado la inversión (“gasto”, dirá usted) de más de 500 mil
millones de dólares. Sí, los dólares que antes de la Revolución eran
robados por la burguesía criolla y las transnacionales, y que ahora son
destinados a mejorar las condiciones de vida de las mayorías del pueblo,
pero que usted –al resultarle difícil comprender la vocación del
ejercicio gubernamental con sentido social y honestidad–, llama
dispendio, derroche.
En tanto que sobre el tiempo que lleva la Revolución Bolivariana con
el Comandante Chávez al frente de la Presidencia de la República,
interesadamente se le olvida mencionar que ello ha sido previo haber
ganado los procesos electorales de los años: 1998: 56,20% de los votos;
1999: 62,35% y 55,62%; 2000: 59,67%; 2004: 59,09%; y 2006: 62,84%, con
un sistema automatizado regido por el Consejo Nacional Electoral, del
cual el nada chavista y ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy
Carter, después de observar y monitorear 92 elecciones en el mundo, ha
asegurado recientemente que se trata “del mejor sistema electoral en el mundo”.
Usted lo sabe. No existe ningún lugar en el mundo donde se den tantos
y tan transparentes procesos electorales como en Venezuela: desde
elecciones de cargos públicos y referendos hasta la cotidianidad de la
elección de voceros y voceras en el ámbitos de las comunidades y sobre
sus situaciones en más de 100 mil espacios territoriales y sectoriales
del Poder Popular (instancias de autogobierno), que desarrollan un
verdadero proceso de descentralización del poder, “en
el que las comunidades y autoridades de los distintos niveles
politicoterritoriales participan en la formación de las políticas
públicas comunes a la Nación, integrándose en una esfera de gobierno
compartida para el ejercicio de las competencias en que concurren”;
porque, como lo establece la Constitución Bolivariana, en Venezuela el
ejercicio de las funciones de gobierno no son exclusivas del poder
público, sino también –y con obligación de ampliarse cada vez más– de
los ciudadanos y ciudadanas organizados en sus comunidades y referentes
sociales.
Me permito informarle igualmente, que desde el año 2009, por decisión
soberana del pueblo venezolano expresada en referendo con la aprobación
del 59,09% de los votos, en Venezuela no existe limitación de
postulación para los cargos de elección popular. Esto es: previo
cumplimiento de los requisitos legales, cualquier funcionario o
funcionaria de elección popular en ejercicio, puede postularse cuantas
veces desee para el mismo cargo, correspondiendo al pueblo la decisión
de reelegirlo o no, como la de revocarle el mandato antes de concluirlo.
De esa manera, la institución de la alternabilidad democrática
es un derecho y no una limitación al pueblo, ya que la forma como esta
es asumida en las democracias liberales burguesas, sólo persigue
asegurarle a la clase económicamente dominante su influencia sobre el
poder político, porque en tales condiciones, de darse un gobierno que no
responda a los intereses de esa clase económica, ello será algo
transitorio al no tener el pueblo la posibilidad de reelegirlo. En mi
país la mayoría del pueblo decide la alternabilidad en el gobierno y la
revocatoria de los mandatos.
Sobre el fenómeno de la criminalidad que desde hace cierto tiempo se
viene presentando en nuestra región –y por tanto también en Venezuela–,
sin restarle la importancia que el tema amerita (que ha llevado a poner
en marcha en mi país la Gran Misión a toda vida Venezuela), sinceramente no creo que usted, con el ejemplo de México, pueda recriminarnos algo al respecto.
Refiere, en su preocupación por “la discordia dentro de las familias venezolanas y a la discordia dentro de esa Gran Familia que es Venezuela”, que “Es
natural que las personas sostengan opiniones distintas pero esas
opiniones –por más diversas y aun opuestas que sean– son solo eso,
opiniones, y no tienen por qué convertir a las personas en enemigos” y que “El
presidente Chávez y sus voceros ven el mundo dividido entre “enemigos y
amigos”, lo cual es sumamente injusto, degradante y peligroso, porque
en la historia los enemigos no dialogan entre sí: los enemigos,
finalmente, se matan”. Ante lo cual le recuerdo que en abril del
año 2002 la oligarquía venezolana, sus medios de comunicación y partidos
políticos, con el apoyo de la cúpula militar, dieron un golpe de estado
en Venezuela, instauraron una dictadura, derogaron la Constitución,
disolvieron todos los poderes públicos, organizaron una masacre,
secuestraron al Comandante Chávez con la intención de asesinarlo y
desataron la persecución y el atropello a los chavistas. Puede ser que
Capriles Radonski no tenga“nada de qué avergonzarse por sus ancestros”, pero
éstos sí tendrían de que avergonzarse de su descendiente, por haber
sido uno de los principales promotores y actores del golpe de estado y
las persecuciones en abril de 2002, así como de subsiguientes
conspiraciones.
Debe recordar también, que una vez que el pueblo venezolano y los
sectores patriotas de nuestra Fuerza Armada lograron derrotar el golpe
de estado y restituir el orden constitucional, el Comandante Chávez, en
lugar de emprender represalias que en esa hora se hubiesen justificado
fácilmente, regresó diciendo: “Hago un llamado de verdad a la unidad
de los venezolanos, a la unidad respetándonos las diferencias, hago un
llamado a la cordura, hago un llamado al entendimiento, hago un llamado a
los empresarios del sector privado, hago un llamado a los partidos
políticos, a los dirigentes empresariales, hago un llamado sobre todo… a
los dueños de los medios de comunicación. ¡Por Dios! Reflexionen… yo
también tengo que reflexionar muchas cosas. Así que vengo dispuesto a
rectificar donde tenga que rectificar, pero no solo debo ser yo el
rectificador, todos tenemos que rectificar muchas cosas para que
volvamos a la calma…”. La respuesta de la oligarquía fue el paro
petrolero y patronal de finales de ese mismo año 2002 y principios de
2003, que hizo perder al país más de 20 mil millones de dólares, con la
intención de salir del gobierno bolivariano porque no se alinea con los
intereses del gran capital sino con los de los sectores populares.
Su carta no tendrá ninguna incidencia en los resultados de las
elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre 2012; y al estar
consciente de ello, su intención no es que la misma se lea en Venezuela.
Ni siquiera que se le dé respuesta.
La gran mayoría del pueblo venezolano ha entendido y asume el papel
que le corresponde en este tiempo histórico latinoamericano y caribeño,
como quedará evidenciado cuando más del 60% de los votos que se emitan
el 7 de octubre sean por la reelección del Comandante Chávez, con lo
cual se ratificará la claridad ideológica de que nunca jamás en mi país
se confundirán los intereses de una oligarquía explotadora con los de la
clase trabajadora.
Con la ratificación de la Revolución Bolivariana y del Comandante Chávez,
los venezolanos y venezolanas nos negamos a regresar a las políticas
neoliberales que ya derrotamos a finales de los años 90; las mismas
políticas con las que ahora sacrifican a los pueblos de Europa; y
afirmamos nuestra decisión de seguir construyendo el socialismo del
siglo XXI, experiencia en la que hemos logrado reducir la pobreza de más
del 60% al 7%; instaurar sistemas públicos de salud y educación de
calidad y totalmente gratuitos; bajar la tasa del desempleo de 15% a
6,7%; conquistar salarios con incrementos anuales y pensiones
homologadas al monto de esos salarios; y habernos convertido en el país
de menor desigualdad social de Latinoamérica.
A excepción de esta respuesta –y quizás de algún otro venezolano buzo
nocturno de la red–, no logra nada con su carta en lo que respecta a mi
país y las próximas elecciones, pero eso a usted le tiene sin cuidado,
porque sabe que solo con haberla escrito ya ha cumplido con quien paga
las cuentas.
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