lunes, 1 de octubre de 2012

‘Chavista’ responde al artículo de Enrique Krauze


El ex diputado venezolano, Ulises Daal, simpatizante del presidente Hugo Chávez, respondió al texto del escritor mexicano que publicó Reforma.
 
Enrique Krauze pidió a los simpatizantes de Hugo Chávez reconsiderar su voto. "Una nación no puede confiar indefinidamente su destino en manos de un hombre", publicó el escritor mexicano. (Fotos: Twitter y Cuartoscuro)


El ex presidente de la Comisión Permanente del Poder Popular de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, Ulises Daal, respondió a una columna del escritor Enrique Krauze publicada en el diario Reforma y titulada “Cara a un chavista“, en la que pide a los simpatizantes de Hugo Chávez que el próximo 7 de octubre voten por un país “libre de odios ideológicos, una Venezuela que recobre la concordia, la tolerancia y la paz”.

Se reproduce la carta íntegra, enviada a Aristegui Noticias, en la que el simpatizante de Chávez y ex diputado en aquel país responde a Krauze:

Para ayudar a Enrique Krauze

A manera de respuesta a carta publicada en Reforma y aristeguinoticias.com (30.09.2012).
Por: Ulises Daal

Contrario a la entrada de su carta, como venezolano, bolivariano, revolucionario, socialista (chavista, pues), en nada sorprende que usted pretexte con su opinión sesgada sobre mi país, rendirle cuentas a quien sirve.
En cuanto a que le importe y preocupe Venezuela, porque cree “que los países de la América hispana formamos parte de una Patria mayor a nuestras patrias”, eso ya hace algún tiempo que los venezolanos y venezolanas lo aprendimos del Libertador Simón Bolívar: Para nosotros la Patria es la América; como de José Martí: Nuestra América; y lo venimos ratificando en las políticas de cooperación e integración de la Revolución Bolivariana y del Comandante Hugo Chávez, que han contribuido grandemente en la conformación y desarrollo de espacios como Alba, Petrocaribe, Unasur y Celac. Asimismo, estamos informados que ya la metrópolis del otrora imperio español no ejerce sus dominios sobre nuestros territorios, por lo que en lugar de la categoría de América hispana (sumisa, como inexacta lingüística y territorialmente), pensamos, sentimos y contribuimos a la construcción de un poder para los pueblos en el ámbito latinoamericano y caribeño.
Dice usted, tratando de “dorar la píldora”, no ser enemigo de Hugo Chávez sino un crítico de Hugo Chávez, a quien le reconoce “su vocación social” y el establecimiento de las Misiones para proveer de educación, salud, alimentos y otros bienes y servicios a los más necesitados”, pero (“qué baile que nunca falte un pero”, como dice nuestro humorista Perucho Conde) cree “ver con claridad las limitaciones y vicios de su estilo personal de gobernar y los enormes problemas que ha propiciado su larga permanencia en el poder”.  Respecto de lo cual, sobre lo primero: las Misiones, no le queda a usted –al igual que a los sectores de la oposición venezolana– más remedio que reconocerlas, porque son irrebatibles los logros de nuestro pueblo con esos programas sociales especiales, como haber alcanzado y superado la mayoría de las Metas del Milenio antes de la fecha acordada por la Unesco, para lo cual el Gobierno Bolivariano ha realizado la inversión (“gasto”, dirá usted) de más de 500 mil millones de dólares. Sí, los dólares que antes de la Revolución eran robados por la burguesía criolla y las transnacionales, y que ahora son destinados a mejorar las condiciones de vida de las mayorías del pueblo, pero que usted –al resultarle difícil comprender la vocación del ejercicio gubernamental con sentido social y honestidad–, llama dispendio, derroche.
En tanto que sobre el tiempo que lleva la Revolución Bolivariana con el Comandante Chávez al frente de la Presidencia de la República, interesadamente se le olvida mencionar que ello ha sido previo haber ganado los procesos electorales de los años: 1998: 56,20% de los votos; 1999: 62,35% y 55,62%; 2000: 59,67%; 2004: 59,09%; y 2006: 62,84%, con un sistema automatizado regido por el Consejo Nacional Electoral, del cual el nada chavista y ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, después de observar y monitorear 92 elecciones en el mundo, ha asegurado recientemente que se trata “del mejor sistema electoral en el mundo”.
Usted lo sabe. No existe ningún lugar en el mundo donde se den tantos y tan transparentes procesos electorales como en Venezuela: desde elecciones de cargos públicos y referendos hasta la cotidianidad de la elección de voceros y voceras en el ámbitos de las comunidades y sobre sus situaciones en más de 100 mil espacios territoriales y sectoriales del Poder Popular (instancias de autogobierno), que desarrollan un verdadero proceso de descentralización del poder, “en el que las comunidades y autoridades de los distintos niveles politicoterritoriales participan en la formación de las políticas públicas comunes a la Nación, integrándose en una esfera de gobierno compartida para el ejercicio de las competencias en que concurren”; porque, como lo establece la Constitución Bolivariana, en Venezuela el ejercicio de las funciones de gobierno no son exclusivas del poder público, sino también –y con obligación de ampliarse cada vez más– de los ciudadanos y ciudadanas organizados en sus comunidades y referentes sociales.
Me permito informarle igualmente, que desde el año 2009, por decisión soberana del pueblo venezolano expresada en referendo con la aprobación del 59,09% de los votos, en Venezuela no existe limitación de postulación para los cargos de elección popular. Esto es: previo cumplimiento de los requisitos legales, cualquier funcionario o funcionaria de elección popular en ejercicio, puede postularse cuantas veces desee para el mismo cargo, correspondiendo al pueblo la decisión de reelegirlo o no, como la de revocarle el mandato antes de concluirlo. De esa manera, la institución de la alternabilidad democrática es un derecho y no una limitación al pueblo, ya que la forma como esta es asumida en las democracias liberales burguesas, sólo persigue asegurarle a la clase económicamente dominante su influencia sobre el poder político, porque en tales condiciones, de darse un gobierno que no responda a los intereses de esa clase económica, ello será algo transitorio al no tener el pueblo la posibilidad de reelegirlo. En mi país la mayoría del pueblo decide la alternabilidad en el gobierno y la revocatoria de los mandatos.
Sobre el fenómeno de la criminalidad que desde hace cierto tiempo se viene  presentando en nuestra región –y por tanto también en Venezuela–, sin restarle la importancia que el tema amerita (que ha llevado a poner en marcha en mi país la Gran Misión a toda vida Venezuela), sinceramente no creo que usted, con el ejemplo de México,  pueda recriminarnos algo al respecto.
Refiere, en su preocupación por “la discordia dentro de las familias venezolanas y a la discordia dentro de esa Gran Familia que es Venezuela”, que “Es natural que las personas sostengan opiniones distintas pero esas opiniones –por más diversas y aun opuestas que sean– son solo eso, opiniones, y no tienen por qué convertir a las personas en enemigos” y que “El presidente Chávez y sus voceros ven el mundo dividido entre “enemigos y amigos”, lo cual es sumamente injusto, degradante y peligroso, porque en la historia los enemigos no dialogan entre sí: los enemigos, finalmente, se matan”. Ante lo cual le recuerdo que en abril del año 2002 la oligarquía venezolana, sus medios de comunicación y partidos políticos, con el apoyo de la cúpula militar, dieron un golpe de estado en Venezuela, instauraron una dictadura, derogaron la Constitución, disolvieron todos los poderes públicos, organizaron una masacre, secuestraron al Comandante Chávez con la intención de asesinarlo y desataron la persecución y el atropello a los chavistas. Puede ser  que Capriles Radonski no tenga“nada de qué avergonzarse por sus ancestros”,  pero éstos sí tendrían de que avergonzarse de su descendiente, por haber sido uno de los principales promotores y actores del golpe de estado y las persecuciones en abril de 2002, así como de subsiguientes conspiraciones.
Debe recordar también, que una vez que el pueblo venezolano y los sectores patriotas de nuestra Fuerza Armada lograron derrotar el golpe de estado y restituir el orden constitucional, el Comandante Chávez, en lugar de emprender represalias que en esa hora se hubiesen justificado fácilmente, regresó diciendo: “Hago un llamado de verdad a la unidad de los venezolanos, a la unidad respetándonos las diferencias, hago un llamado a la cordura, hago un llamado al entendimiento, hago un llamado a los empresarios del sector privado, hago un llamado a los partidos políticos, a los dirigentes empresariales, hago un llamado sobre todo… a los dueños de los medios de comunicación. ¡Por Dios! Reflexionen… yo también tengo que reflexionar muchas cosas. Así que vengo dispuesto a rectificar donde tenga que rectificar, pero no solo debo ser yo el rectificador, todos tenemos que rectificar muchas cosas para que volvamos a la calma…”. La respuesta de la oligarquía fue el paro petrolero y patronal de finales de ese mismo año 2002 y principios de 2003, que hizo perder al país más de 20 mil millones de dólares, con la intención de salir del gobierno bolivariano porque no se alinea con los intereses del gran capital sino con los de los sectores populares.
Su carta no tendrá ninguna incidencia en los resultados de las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre 2012; y al estar consciente de ello, su intención no es que la misma se lea en Venezuela. Ni siquiera que se le dé respuesta.
La gran mayoría del pueblo venezolano ha entendido y asume el papel que le corresponde en este tiempo histórico latinoamericano y caribeño, como quedará evidenciado cuando más del 60% de los votos que se emitan el 7 de octubre sean por la reelección del Comandante Chávez, con lo cual se ratificará la claridad ideológica de que nunca jamás en mi país se confundirán los intereses de una oligarquía explotadora con los de la clase trabajadora.
Con la ratificación de la Revolución Bolivariana y del Comandante Chávez, los venezolanos y venezolanas nos negamos a regresar a las políticas neoliberales que ya derrotamos a finales de los años 90; las mismas políticas con las que ahora sacrifican a los pueblos de Europa; y afirmamos nuestra decisión de seguir construyendo el socialismo del siglo XXI, experiencia en la que hemos logrado reducir la pobreza de más del 60% al 7%; instaurar sistemas públicos de salud y educación de calidad y totalmente gratuitos; bajar la tasa del desempleo de 15% a 6,7%; conquistar salarios con incrementos anuales y pensiones homologadas al monto de esos salarios; y habernos convertido en el país de menor desigualdad social de Latinoamérica.
A excepción de esta respuesta –y quizás de algún otro venezolano buzo nocturno de la red–, no logra nada con su carta en lo que respecta a mi país y las próximas elecciones, pero eso a usted le tiene sin cuidado, porque sabe que solo con haberla escrito ya ha cumplido con quien paga las cuentas.

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