¿Tenemos lo que merecemos? El país encara una de sus más graves crisis y los hombres de la política no parecen advertirlo. En todos los frentes se avizora adversidad, pero los políticos están de fiesta. En los autocomplacientes informes de trabajo de las cámaras federales o de la Corte, no hay señal para la tranquilidad y para que las cosas mejoren. Lo mismo sucede en el gobierno federal; de ignorar la crisis económica, se pasó a minimizarla, ahora, casi se da por superada, a contrapelo de la evidencia de que lo peor está, todavía, por venir.
En materia de criminalidad la situación es preocupante en extremo. Las instituciones del Estado estaban o están infiltradas por el narcotráfico. La revelación de ayer sábado por el diario Reforma, sobre lo que aconteció durante del operativo del Desierto de los Leones, en octubre pasado, es una pésima noticia. Los hechos del diario incriminan al ex comisionado de la Policía Federal Preventiva, Víctor Gerardo Garay: facilitó la huída del narco mayor y prosiguió, ya junto a los suyos, la fiesta con mujeres y droga. El boletín de la SSP de aquellas fechas parece ser burla cruel. La situación hace pensar que ya no hay autoridad y que las fuerzas del orden están del lado de los criminales. Lo único por pedir es que nada de eso fuera cierto.
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