Pedro Miguel
Hasta ahora el desempeño en materia de seguridad pública y lucha contra la delincuencia ha sido visto por la mayoría de la minoría que votó por Felipe Calderón en 2006 como la mayor ineptitud de su gobierno. Ya irán descubriendo (algunos ya lo han hecho) que hay un ámbito en el que el caleronato puede hacerlo peor: el manejo de la crisis económica y la intemperie que se nos viene encima como resultado de la especulación catastrófica. Dicen que un funcionario del gabinete de Erenesto Zedillo le reclamó a su antecesor en el cargo que el gobierno anterior había dejado la economía prendida con alfileres y que tuvo que tragarse una réplica de proverbial cinismo salinista: “Sí, pero ustedes quitaron los alfileres”. De Fox a Calderón las cosas son peores, porque en el sexenio pasado se robaron casi todos los alfileres y la administración actual se dedica a clavar en la piel de la población los pocos que le dejaron. Ya vendrán los aumentos salariales de cuatro por ciento para enfrentar una inflación tres o cuatro veces mayor –en el mejor de los casos– y un desempleo que volverá pobres a cientos de miles de clasemedieros que soñaron con seguridad y prosperidad; ya reconocerán que el verdadero peligro para México se encuentra en Los Pinos y que ellos contribuyeron a colocarlo allí, aunque no en mucho; ya irán entendiendo que el fraude electoral de 2006 también fue un engaño contra los que sufragaron azul, porque éstos festejaron un triunfo que no era de ellos, sino el de los grandes capitales trasnacionales (extranjeros, aunque contraten a nativos de apellido Gil Díaz), que estaban dispuestos a imponer a Calderón así fuera con el uno por ciento de los votos reales.
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