México SA
Carlos Fernández-Vega
■ “La patronal no está dispuesta a sacrificar un solo centavo; que paguen los de siempre”
En el horno de la trinca infernal (gobierno, patrones y “líderes obreros”) se cocina el “aumento” al salario ínfimo correspondiente a 2009, el cual, todo indica, rondará los 2 pesos diarios, o si se prefiere 25 centavos de “incremento” por hora trabajada en una jornada laboral constitucional. Y en la envoltura del regalo navideño para la clase trabajadora se alcanza a leer: “la patronal no está dispuesta a sacrificar un solo centavo; que paguen los de siempre, que para eso están”.
La Coparmex, en voz de su presidente, adelantó su decisión: “el incremento salarial debe fijarse sobre la inflación estimada para 2009 (entre 3.8 y 4 por ciento), ya que un aumento mayor pondría en riesgo no sólo a los empleos, sino también a las empresas; un aumento fuera de lugar en los salarios mínimos no es la fórmula mágica para estimular la economía en estos momentos, tampoco la llave para que el grueso de los mexicanos prospere. La solución no va por ahí, aunque pueda ser popular”.
Según esa versión, la “solución” es el brutal aumento de precios y tarifas que se registra, y que continuará en 2009, pero el representante de los patrones, Ricardo González Sada, deja a un lado que el salario es un precio, de tal suerte que tendría que estar tan liberado como el del resto de productos y servicios. La patronal repercutió, repercute, en sus precios no sólo el alza inflacionaria, sino la devaluación del tipo de cambio. Lo que hasta octubre costaba un peso, ahora no se consigue por menos de 1.25, en el mejor de los casos. De ese tamaño es la “solución” de las empresas para sí mismas.
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