martes, 23 de junio de 2009

Las podridas instituciones

Por Álvaro Delgado

Sólo los profesionales de la simulación, los imbéciles y los ignorantes pueden decir que el procurador General de la República (PGR), Eduardo Medina Mora, actúa con autonomía para cumplir con su deber de procurar justicia, y que es ajeno a conductas tan ilegales como deleznables de filtrar información para perjudicar a un particular o a un servidor público, como ha ocurrido con el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy.

Medina Mora tiene un jefe y se llama Felipe Calderón, un individuo que —está más que visto— es capaz de lo que sea para materializar sus fines y las instrucciones que le imparten quienes lo patrocinan.

Eso no es novedad.

Y eso deberían saberlo, salvo que se hagan tontos deliberadamente, Godoy y los perredistas que, acobardados, apenas si reclaman a Medina Mora las filtraciones que involucran al gobernador en el narcotráfico y amagan con promover en su contra un “juicio político”, que sólo concita las carcajadas de Calderón.

Pero, lamentablemente, parece que la simulación es lo que se ha impuesto en el caso del uso propagandístico del gobierno y el Partido Acción Nacional (PAN) con el caso Michoacán, en el que una administración estatal y varias municipales son agraviadas por tropas del Ejército y policiacas, en un ensayo de claros tintes fascistas para aplicarse en el país.
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