Washington y Bogotá negocian un pacto para que militares estadounidenses se instalen en siete bases colombianas para sus operaciones, que estarán enmarcadas, según justifica el gobierno de Uribe, en políticas de seguridad. Tal hecho ha generado rechazo en varios gobiernos de Latinoamérica, por considerarlo una amenaza a la paz de la región.
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