martes, 18 de agosto de 2009

Los rechazados de hoy serán Los Zetas de mañana

Ricardo Monreal Ávila

En Un mundo feliz, Aldous Huxley describe una sociedad programada y condicionada genéticamente para desarrollar un orden social perfecto, sin conflictos de ningún tipo. Había cinco clases sociales: los Alphas, que eran la élite dirigente; los Betas, correspondían a los ejecutivos; los Gammas eran los empleados subalternos; en tanto que los Deltas y los Epsilones estaban destinados a ser la base de la pirámide social, a realizar los trabajos rudos y duros. Todos eran felices en su clase o estanco social. Los de abajo no aspiraban a ser como los de arriba, porque desde la probeta en que habían sido concebidos se les condicionaba a ser lo que eran y a no moverse de allí. No había conciencia sobre esas “aspiraciones exóticas” de la libertad, la igualdad o la movilidad social.
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