La dirección de Morena pidió tres ponencias a favor de seguir como movimiento y otras tres por la conversión en partido político. Cada una aporta matices pertinentes y/o lectura de la situación que merecen discutirse. Como es natural, predominan los enfoques propositivos sobre la autocrítica, que apenas si aparece, pero en conjunto dan una idea más realista de la que teníamos hace unos días. De las posturas esbozadas por quienes se inclinan por mantener al movimiento, subrayo las de Armando Bartra, quien evita la que considera falsa disyuntiva: Morena es un gran movimiento plural e incluyente, pero en la práctica es también un partido, más partido que muchos de los que dicen serlo. No lo que la legislación mexicana exige, sí lo que la historia demanda. Cuándo y cómo busque su registro, porque así convenga a su profesionalización o planes electorales, importa y urge (hay plazos fatales), pero resulta secundario. Lo que cuenta es que seguimos en pie y no nos vamos a rendir ni claudicar. Lo principal es que Morena siga siendo un movimiento amplio, plural, incluyente y combativo que lucha por el cambio de régimen vía electoral, pero también resistiendo reformas neoliberales y políticas antipopulares, apoyando demandas populares e impulsando el cambio verdadero
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Por su parte, Luciano Concheiro insiste en que Morena es uno de esos movimientos que son sujetos políticos pero que a la vez son sociales, y es esta doble condición la que permite que el cuestionamiento del régimen actual también confronte las propias estructuras sociales que le dan sustento al ser parte de las estructuras antidemocráticas; y a la vez permite establecer en la práctica y como proyecto una nueva relación Estado-sociedad. En consecuencia, Morena es un movimiento, pero también un partido distinto, tiene un carácter de sujeto histórico parte de la sociedad vuelta pueblo organizado, porque es allí donde se encuentran las fuerzas del cambio radical que hoy necesitamos
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