sábado, 30 de agosto de 2008

Desfiladero

Jaime Avilés

■ ¿Veladoras contra la inseguridad pública o contra López Obrador?

A Felipe Calderón se le fue el país de las manos. Hay 16 millones de desempleados, la inflación es la más alta de los últimos 12 años y las bandas del narcotráfico hoy controlan importantes ciudades y regiones, de Chihuahua a Yucatán, dejando una estela de cadáveres, matanzas a la luz del día, ataques a instalaciones militares, cuerpos decapitados, secuestros y venta de protección a incontables negocios, desde inocentes taquerías hasta ruidosos tugurios de table-dance.

Todo el mundo lo dice, lo sabe, lo palpa: este pequeño “gobierno”, que no fue sino una caricatura sin chiste ni gracia, desapareció entre las patas de los caballos, la falta de profesionalismo, la improvisación, la suma de complicidades y la carencia absoluta de un proyecto nacional. Peor todavía, los terribles problemas que ha causado se agravarán más, y más, y más, mientras la sociedad no lo remplace. ¿Cómo llegamos a tal situación de desastre?

En el principio, sobre las ruinas del modelo socialdemócrata del viejo PRI, nos obligaron a beber las medicinas “amargas pero necesarias” del Fondo Monetario Internacional. Miguel de la Madrid sacó a remate las mil 100 empresas que formaban el patrimonio de la nación. Salinas de Gortari consumó la subasta. Ernesto Zedillo vendió los últimos ferrocarriles y la firma estadunidense que se los compró lo nombró gerente para que los administrara.
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