sábado, 30 de agosto de 2008

La Olimpiada concluyó


Francisco Luna Kan
Con la contemplación televisiva de la clausura de la Olimpiada en las sorprendentes instalaciones deportivas construidas por China para ese propósito. En la demostración de un pueblo organizado para el trabajo y el deporte. Con la sorpresa de los tiempos establecidos en las carreras de los 100 y 200 metros libres, registrados por ese fenómeno de Jamaica. En el prodigioso salto de garrocha con la nueva marca de la joven rusa, arriba de los 5 metros de altura, con todas esas maravillosas demostraciones deportivas y artísticas. Sobre todo en la gimnasia rítmica y del ballet acuático y la participación en todas las disciplinas deportivas, un hombre octogenario como el observador no puede menos que vivir del asombro producido por el adelanto y la perfección alcanzados.
Quienes pensaron que la generación actual de la población china habría de demostrar limitaciones en su delegación atlética se llevaron la gran sorpresa. No sólo por la acumulación del oro medallístico que le concedió el primer lugar, sino también por su proceso organizativo. Si la inauguración sorprendió al mundo expectante, la ceremonia de clausura alcanzó niveles de asombro ante la tecnología, la ingeniería y la decisión participativa de miles de personas empeñadas en conquistar simpatías para la gran nación anfitriona.
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