Se conoce como mal holandés a las consecuencias económicas dañinas provocadas por el aumento extraordinario en los ingresos de un país, debido a su alta dependencia en un producto de exportación.
El término surge en los 70 cuando los Países Bajos aumentaron considerablemente sus ingresos debido a los grandes yacimientos de gas en el Mar del Norte. Holanda tuvo un auge temporal con base en un alto ingreso de divisas por su recurso natural, la moneda se revaluó notablemente (se hablaba del “superflorín”) y el gobierno incrementó afanosamente su gasto. Sin embargo, de manera paralela, la competitividad de las exportaciones no petroleras se debilitó y las finanzas públicas se relajaron significativamente. Cuando el precio del gas cayó, se vino abajo también una década de “el milagro de Amsterdam”.
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El término surge en los 70 cuando los Países Bajos aumentaron considerablemente sus ingresos debido a los grandes yacimientos de gas en el Mar del Norte. Holanda tuvo un auge temporal con base en un alto ingreso de divisas por su recurso natural, la moneda se revaluó notablemente (se hablaba del “superflorín”) y el gobierno incrementó afanosamente su gasto. Sin embargo, de manera paralela, la competitividad de las exportaciones no petroleras se debilitó y las finanzas públicas se relajaron significativamente. Cuando el precio del gas cayó, se vino abajo también una década de “el milagro de Amsterdam”.