MÉXICO, D.F., 24 de agosto (apro).- La justicia en México es un producto: La venden los que la imparten, la compran sólo los que pueden, y el resto que se pudra en la cárcel o que se trague la impotencia.
Con la justicia electoral, en específico, pasa lo mismo y la razón es simple: Los jueces que la comercializan son, a su vez, propiedad de quienes los nombraron, mercaderes de mayor rango.
Esta arraigada convicción social que muestra la degradación de la política en México pocas veces puede probarse, por lo que resulta de la mayor relevancia cuando se documenta, por ejemplo, la transacción entre un magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y un político.
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Con la justicia electoral, en específico, pasa lo mismo y la razón es simple: Los jueces que la comercializan son, a su vez, propiedad de quienes los nombraron, mercaderes de mayor rango.
Esta arraigada convicción social que muestra la degradación de la política en México pocas veces puede probarse, por lo que resulta de la mayor relevancia cuando se documenta, por ejemplo, la transacción entre un magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y un político.