jueves, 25 de marzo de 2010

Plaza Pública
Miguel Angel Granados Chapa
Confesiones y confusiones
Sería risible si no fuera grave. El locuaz alcalde de san Pedro Garza García, Mauricio Fernández, que se gloria de contar con una policía paralela, había contratado como informante a un presunto delincuente. Resultará, si se comprueban los cargos a Alberto Mendoza Contreras, apodado El Chico Malo, que él obtenía información en vez de ofrecerla. Esos son los riesgos que corre quien quiere pasarse de listo, el que supone que su modo directo de atacar los problemas es más eficaz que el que se atiene a la ley.

Atenerse a la ley, con las limitaciones que impone, o tomar el atajo de infringirla en pos de soluciones rápidas a problemas intrincados es un dilema que cobra vigencia en estos días en la zona metropolitana de Monterrey en la capital misma de Nuevo León. A la tragicomedia del presidente municipal sampetrino se agrega la tragedia del muchacho, presunto delincuente que fue torturado y asesinado mientras estaba en manos de una autoridad.
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