Antonio Gershenson
Se compró a nombre de
Pemex primero uno, luego dos lotes de acciones de Repsol, monopolio
petrolero y de otras áreas, de España. Cuando Repsol fue expropiada por
Argentina, por no haber cumplido sus obligaciones en ese país, bajaron
sus acciones y por lo tanto también las compradas por Pemex.
La Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados había revisado el
primer lote comprado, y sus consecuencias. Con el segundo, el valor de
los dos bajó de precio de manera importante, por causa de la
nacionalización en Argentina y otros sucesos. ¿Acaso se vale jugar a la
ruleta con el dinero ajeno, el de Pemex, y si pierde será ésta y no su
director?
El 22 de abril pasado publicamos los favores que el gobierno mexicano
le ha hecho a Repsol. Nos referimos a uno firmado con Pemex, pues los
referidos a la Comisión Federal de Electricidad no se refieren a este
escrito. Son los
contratos de servicios múltiples, que se firmaron por 15 o por 20 años, que vienen del pasado sexenio, también panista. Siguen haciendo un dineral los de Repsol.
Ahora, al igual que el otro caso sin el conocimiento del consejo de
administración de la propia Pemex, el director firmó hasta la fecha
contratos con dos astilleros gallegos, para construir dos hoteles
flotantes con un valor de 380 millones de dólares. Se espera también la
firma por la construcción con empresas gallegas por 14 remolcadores.
¿Acaso no se necesitan en México puestos de trabajo? Pero resulta que
protestan por esto también los sindicatos españoles, aduciendo el
problema estructural de empleos, e insisten en que se han perdido mil
700 puestos de trabajo en los astilleros gallegos en el último año y que
no se han firmado contratos importantes en los últimos cinco años. Este
negocio, que beneficia a la autoridad de allá y al director de acá, no
beneficia a los trabajadores mexicanos ni a los españoles.
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