Las empresas mexicanas tienen diversos obstáculos para fomentar un empleo adecuado que genere ingresos estables para los trabajadores.
En el reporte publicado el lunes pasado por el Banco Mundial se enfatizan cuestiones de productividad y de la falta de capacidad de tener empresas grandes y eficientes.
Primero veamos algunas de las implicaciones que tiene el empleo sobre algunos factores de vida en los seres humanos. Esto con base estadística que se presenta en este reporte.
La primera es sobre el impacto del empleo en el bienestar material. El tiempo de ocio y el dinero son dos de las cosas que los seres humanos más buscan, aún con riesgo de parecer un tanto materialista.
Conforme los países se vuelven más desarrollados, la productividad del empleo le ha permitido a los trabajadores tener más tiempo en actividades de consumo y menos horas dedicadas a la producción.
A su vez, con una mejora de la calidad laboral, se observa un aumento en el nivel de escolaridad. Esto, además de mejorar las habilidades de la fuerza laboral, reduce el empleo de niños y adolescentes, lo cual ya es un resultado positivo.
Por otro lado, procurar un empleo de mayor calidad reduce la edad de jubilación, por lo que la gente tiene mayor tiempo para disfrutar la vida.
Esto aunado a una mayor expectativa de vida, ya que hay relación entre trabajos de baja calidad y daños a la salud.
Conforme los salarios del jefe del hogar aumentan, los jóvenes tienen más tiempo para buscar un empleo de adecuada remuneración y que vaya de acuerdo a sus conocimientos y habilidades.
Esto se pierde en países de ingresos muy bajos donde la urgencia por un ingreso no permite la búsqueda de un empleo adecuado.
Estos ejemplos denotan que los impactos del empleo no se deben analizar simplemente por la cantidad de dinero como remuneración.
¿Cómo estamos
en México?
Uno de los temas que enfatiza el reporte es el impacto de las oportunidades de trabajo en la pobreza extrema.
En algunos de los países más rezagados que tienen un patrón de crecimiento adecuado, le deben el crecimiento a los ingresos laborales. Sin embargo, en el caso mexicano más del 50 por ciento de los ingresos son por vías del subempleo.
En este aspecto nos encontramos detrás de países menos desarrollados como Perú, Ecuador, Bangladesh y Ghana, entre otros.
Tener una mayor cobertura de ingresos laborales en la población le permitiría a los ciudadanos tener mayor certidumbre sobre sus ingresos futuros, lo cual tiene beneficios para decisiones de ahorro e inversión.
Otro tema ligado es la tasa de creación de empleos. Si bien entre 1986 y el 2000 la tasa de creación de empleos era de alrededor del 18 por ciento, la tasa de destrucción era de un poco más de la mitad. Esto denota la falta de estabilidad en el mercado laboral.
Es verdad que es importante la creación de empleos, pero también es importante la capacidad de mantener los que ya existían.
Esto permite que se aumente la productividad a través de la experiencia, y asegura mejores condiciones de remuneración por la antigüedad laboral.
En el sector manufacturero, la mayoría de las compañías son de tamaño muy pequeño. Esto genera ineficiencias debido a la falta de posibilidad de lograr rendimientos a escala para generar una mayor y mejor producción.
Más del 80 por ciento de los establecimientos manufactureros en México cuenta con menos de 10 empleados. Esto también aplica para el caso de Argentina, Bolivia y El Salvador, en la región de América Latina.
Otro de los sectores que sufre de esto es el de servicios, donde el 94 por ciento de las compañías son consideradas microempresas.
Empresas en
desigualdad
Otro problema que aqueja al país y es altamente criticado por muchos analistas es la desigualdad.
Pero generalmente ésta se observa por nivel de ingresos de los hogares. Si se observa en las características empresariales, también encontramos un alto grado de desigualdad.
En la comparación de la productividad total de los factores, hay una brecha amplia entre las empresas con ingresos ubicados entre el 10 y 20 por ciento más rico y el diez por ciento más pobre.
En el caso mexicano, la brecha llega a un nivel de 28 por ciento. Esto quiere decir que el capital y la mano de obra es casi un tercio más productiva en la cumbre de la pirámide.
En este aspecto estamos por detrás de países como India (22 por ciento), Argentina (13 por ciento) y Estados Unidos (11 por ciento).
En dichos países con menor brecha de productividad, hay más facilidad de que las empresas orezcan un nivel de ingresos similares, reduciendo después la brecha de ingresos en los hogares.
Como denotan las estadísticas, el tamaño y la desigualdad en productividad son algunos de los problemas principales que aquejan a las empresas del país.
Esto debe ser abordado por políticas económicas que fomenten una fuerza laboral con mayores habilidades y mayor facilidad de acceso al mercado para las empresas.
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